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Mostrando entradas de agosto, 2014

El cordero perdido

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Anteriormente... El trabajo de Osen ***   ***   ***   ***  *** La tormenta empezaba a volverse más violenta cuando lo oí por primera vez. Alto, agudo y desgarrador. Un grito capaz de abrirse paso entre la lluvia y el viento, una vez tras otra. No me fue difícil seguirlo hasta la orilla del río, donde la encontraba la pequeña maraña de algodón sucia que lo emitía. Y supe al instante que se trataba de uno de sus corderos. Él seguramente había retirado a su rebaño con prisas previendo la tormenta y el pequeño se había despistado. Ahora el pequeño animal pedía ayuda con todas sus fuerzas, paro ni su pastor ni sus compañeros estaban ahí para escucharlo. Por eso lo perseguí hasta alcanzarlo y me lo llevé conmigo. Una vez seco y colmado de flores secas ya no lloraba. Sólo miraba de un lado a otro preguntándose dónde estaba, quién era yo. Y a mí me hubiese gustado preguntarle cómo es su casa y cómo es él cuando nadie lo mira. Pero simplemente nos acurrucamos junto al fuego y de

Helios IV

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"Todos los átomos de nuestro cuerpo serán enviados al espacio cuando el Sistema Solar se desintegre, para vivir por siempre como masa o energía. Eso es lo que deberíamos estarle enseñando a nuestros niños, no cuentos de hadas sobre ángeles y ver a su abuela en el cielo"  - Carolyn Porco Interrumpimos las noticias con un boletín de de última hora. Al parecer, la nave rusa Helios IV se ha estrellado hace dos horas en algún punto de la estepa, posiblemente al norte de Krasnoborsk, junto al Dvina Septentrional. Todavía se desconoce el estado de los tres astronautas que tripulaban la nave, pero dada la violencia del impacto… Rusia calificaba ayer la misión del Helios IV como un fracaso absoluto. La Agencia Espacial Federal Rusa informaba de que una inesperada y violenta erupción solar, con una fuerza equivalente a decenas de millones de bombas de hidrógeno, pudo ser la causante de la catástrofe. Era una misión demasiado pretenciosa: ¡mandar una nave tripulada m

El primero, él único... el último

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Desde el principio de los tiempos, los hombres buscaron sus orígenes volviendo los ojos hacia la tierra, hacia los mares… hacia las estrellas. Trazaron con sangre y piedra las figuras de dioses gigantes venidos del cielo con poder, sabiduría y evolución. Vestigios. Objetos extraños con propiedades imposibles. Huesos sin dueño. Amuletos que no labró la mano del hombre. Un montón de reliquias misteriosas y potencialmente peligrosas fue lo que consiguió reunir aquel grupo de ocultistas que se hacían llamar los primeros nigromantes. Nunca diría que fueron mis padres. Pero no sería justo no reconocer que fueron mis creadores. Así pues… soy el fruto del experimento de una raza inferior que buscaba sus orígenes entre los restos de algo mucho más grande que ellos. Y encontraron su respuesta: una respuesta rara y vacía, que les recordaba a algo que era, sin serlo. Para mí el mundo era distinto que para ellos. Más fuerte, más rápido… con unos ojos que no necesitan ver. C

Una luz en la oscuridad

Parecía que hubiese pasado una eternidad desde aquel día. El día en que Fittz y ella se escaparon hasta las fraguas. Su padre les había prohibido que saliesen del pueblo, que se había convertido en un campamento de refugiados atestado de gente. Les había prohibido que saliesen, pero se habían ido igualmente. Las cosas estaban calientes, según decían los adultos. Calientes como las propias fraguas. Al menos cuando éstas funcionaban. Llevaban paradas desde que comenzó todo, y la actividad y el revuelo de los extraños que ahora abarrotaban los alrededores, había sustituido al alboroto de los trabajadores que se levantaban al alba para ir a las minas. El aire ya no olía a metal fundido, algo que echaba terriblemente de menos, pues era su olor favorito en el mundo. Ahora todo le llenaba la nariz con un hedor repugnante. A enfermedad… y otras cosas desagradables. Lo notó aún más cuando llegaron al origen, y casi tuvo que cubrirse la boca con la mano para no vomitar. Tenía el estómago